Pedro Infante, el famoso cancionero y artista del cine nacional, no nació aquí ni ninguno
de sus hermanos. Todas las personas que llegan a este lugar, invariablemente asocian el nombre de Guamúchil con el del
célebre personaje. Ello se debe a que Pedro, de una manera constante, declaro que esta era su tierra, dándole a este lugar
una publicidad que antes nunca había tenido. Pera decirlo mas gráficamente, Pedro colocó a Guamúchil, ante el gran público,
en el mapa general de la República. Guamúchil, por su parte recuerda a Pedro Infante como cosa propia, no tanto como artista
sino por la forma en que el se adaptó a la vida local durante los años que aquí viviera, igual que si de aquí fuera originario. Si
algo puede decirse de Pedro sin dar lugar a la menor discrepancia, es que tuvo y conservó hasta su muerte dotes y cualidades
personales hasta ahora difíciles de igualar. Fue agradecido, generoso y de cualidades de alta nobleza hacia familiares, amigos
o simples conocidos. La fama y la fortuna nunca llegaron a crearle pose o el mínimo tinte de sofisticación. Cabe decir incidentalmente,
que fueron precisamente esas condiciones las que le granjearon popularidad entre todo el público de habla española del Continente.
La familia de Pedro llegó a Guamúchil en el año de 1928 y él tenía entonces doce años. En
1931-32 cursó el cuarto año de Primaria. No siguió adelante porque la Escuela de entonces llegaba solamente hasta ese grado. La
familia era muy de escasos recursos. El padre, Don Delfino era músico, pero, poco o mucho que ganara, fue siempre muy desobligado
para con los suyos. Fue por eso que Pedro, desde sus primeros años, se dedicó a trabar en lo que fuera, porque era el único
que ayudaba a Doña Cuca, quien sostenía difícilmente a la familia con sus labores de costura. Por su relación estrecha
con la familia Bustillos, trabajaba con frecuencia ayudando a Don Gerónimo o a Chuy en obra de carpintería aunque sin llegar
nunca a carpintero; era mas bien el afán luchista de conseguir unos cuantos pesos, el día de raya era para ayudar a Doña Cuca. También
le hacía a la peluquería en cuantas ocasiones era posible pero en la misma escala que lo anterior. A lo que mas se dedicó
como cosa natural en él, fue a la guitarra y sus canciones. Era el preferido para serenatas y de ello se guardan numerosos
recuerdos. El Sr. Gundérico González, quien fue uno de los muchos amigos que trataron a Pedro, cuenta las siguientes anécdotas
en un artículo que publicó "El Liberal" en su edición de 7 de abril del actual: ".......recuerdo una vez, una suegra no
muy de acuerdo en que no la dejaran dormir, salió y nos corrió, pero no le hicimos caso, sino únicamente nos pusimos abajo
de la banqueta. Esta casa esta situada en la esquina de la calle Hidalgo y el callejón #2 y es de las que decimos de dos
pisos, es decir, la familia dormía en la planta alta y de ahí la suegra cogió una cubeta llena de agua, la volteó en dirección
nuestra y fue a Pedro a quien le tocó la mayor parte; la dama a quien le llevamos la serenata se llama María Ceballos. Otra
serenata que terminó bien fue en el barrio de San Pedro; esta vez le tocó a Lupita Elizalde, en ese tiempo ella noviaba con
Paz Gaxiola y éste le dijo a Pedro que quería que le diera serenata a su novia, y Pedro como siempre estaba dispuesto y muy
principalmente cuando se trataba de serenata, en la noche a la hora de costumbre nos juntamos Pedro, Paz el Güero Venustiano,
Mundo Angulo, Quintanón, el Bronco y otros. Ya una vez llegada la hora nos dirigimos a las casas elegidas, como ya dije
esta vez, con Lupita; era una noche muy calurosa y en la puerta de la casa había unas rejas de madera que habían puesto provisionalmente;
ya cuando íbamos llegando todos, nos callamos como era costumbre, empezó Pedro a afinar la guitarra y para hacerlo mas cómodo
levantó el pie derecho y lo recargo en la reja y como no estaba amacizada, con la presión del peso se cayó; como el suegro
dormía cerca, fue a caerle encima, despertando en el acto y empezó a bociferar a lo sinaloense, saliendo como bólido para
saber quien había sido, pero nosotros no queríamos nada con la 44 que portaba el señor; pusimos pies en polvorosa y hasta
el embarcadero nos vinimos a detener; después que nos repusimos del susto empezamos a hacer comentarios y Paz muy enojado
porque otro día no iba a poder ir a visitar a su novia dado que el suegro todavía iba a estar enojado y probablemente con
razón."
Pedro Infante y su familia se fueron de aquí en el año de 1935. En 1944, Pedro hizo
una visita, la primera y la última en gira artística. Después de terminado el programa en el cine Royal, se vino a platicar
lardo y tendido a la casa de la familia Bustillos. Cuando ya era bien pasada la media noche, Carlos Amador, que era el representante,
comenzó a urgir a Pedro para que se fuera a dormir a las reservaciones que habían hecho en el Hotel Sud-Pacífico. Después
de mucho machacarle, Pedro al fin se fastidió y le dijo a Amador que se fuera él solo al Hotel; que el no había venido a Guamúchil
a dormir en cuartos reservados de hotel; lo que deseaba era que le tendieran un catre en el patio de la casa para dormir en
compañía de los muchachos Bustillos como en otros tiempos. Y así se hizo.
Este fue uno de los tantos rasgos propios del carácter de Pedro. Ahora, después de
su trágica muerte que en pocos lugares fue tan sentida como aquí, Guamúchil está en deuda con el. Ante tantas personas que
llegan preguntando por el, es mortificante que no contemos siquiera con una pequeña muestra de que, efectivamente, esta es
la tierra, por adopción o por lo que sea, de Pedro Infante.
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